Los Bailes Nacionales
BAILES DEL NORTE
Los bailes nortinos son una de las expresiones esenciales durante las celebraciones de las múltiples festividades religiosas en las que los habitantes de la zona participan fervientemente en repetidas ocasiones durante el año.
En los homenajes a los santos patronos de distintas localidades, como los que se realizan para San Andrés, la Virgen del Carmen de la Tirana y San Pedro, participan más de un centenar de cofradías danzantes, cada una de ellas compuesta por más de veinte miembros y en donde también se incluyen niños y mujeres de la tercera edad.
La práctica de danzas festivas se convierte en manifestaciones de fervor y adoración religioso, así como también de agradecimiento y peticiones. Destacan también las coreografías típicas del “huaino”, “el trote”, “el huachitorito” y la “cueca nortina”.
Las vestimentas se caracterizan por la presencia de muchos colores, el uso de máscaras y disfraces; y los materiales de lana de llama, vicuña o alpaca. Y entre los instrumentos que acompañan a los bailes se encuentran la quena, la zampoña, la copla, la pifilka, el bombo y la caja.
BAILES DE LA ZONA CENTRO
En la zona central de nuestro país, las expresiones folklóricas se vieron fuertemente influenciadas por la colonización española y allí se asentaron ciertas danzas tradicionales que persisten hasta el día de hoy. La cueca, consagrada como danza folclórica nacional, se practica en esta área asiduamente, mucho más que en todas las otras regiones, con la mayor penetración en los distintos estratos socioeconómicos y educacionales.
Otros bailes dignos de mención por su representatividad tradicional, aunque muy circunscritos a unas pocas localidades rurales, son “el pequén”, “el sombrerito”, “la sajuriana” y la “mazamorra”.
También son protagonistas de esta zona los “corridos”, “las polkas” y “los valses”, que si bien se folclorizaron más tarde que las anteriores, viven actualmente en campos y ciudades.
Ningún instrumento musical se ejecuta tanto como la guitarra, seguida por el acordeón y diferentes tipos de sonajeros.
En estas regiones no se puede desconocer la presencia del folklore, por medio de los bailes, en las quintas de recreo y en las celebraciones más cotidianas, como los bautizos, cumpleaños, casamientos, funerales, onomásticos. Asimismo, en son de petición y agradecimiento en tiempos de vendimia, trabajos de siembra, cosecha, construcción de viviendas, entre otros.
BAILES DE LA ZONA SUR
Las reuniones festivas de los sureños se ven lideradas por sazonadas y contundentes comidas que son muy bien recibidas para palear el frío y las lluvias. Junto a los gansos, patos, asados de chanchito y vacuno se presencian los bailes del “costillar”, “la pericona”, “la trastrasera”. Asimismo, están presentes las tradicionales cuecas y los valses. Predominan la guitarra, la cacharaina y el charango en cuanto a los instrumentos que acompañan estas danzas típicas.
Isla Grande de Chiloé
Esta isla merece mención aparte debido a sus particulares características y su gran identidad folklórica. Como lo expresa Manuel Danemann en su Enciclopedia del Folklore Chileno: “En esta tierra de navegantes, pescadores, agricultores, ganaderos y madereros; sinuosa, accidentada y sujeta a los caprichos de un mar difícil y cambiante, el hombre debe desplegar desde la niñez hasta la ancianidad, una actitud corporal ágil, segura y desenvuelta.
Esta puede presenciarse inequívocamente en la práctica de la danza, que ha sido muy intensa, al menos hasta mediados de este siglo”.
Actualmente, la rápida cueca chilota, los valses y los corridos representan los bailes de la isla. Y “sólo en fiestas que congregan parientes y amigos, más que nada a instancias del recuerdo avivado por la sabrosa chicha de manzana y el generoso poder alimenticio del curanto en compañía del milcao, se reviven los hermosos bailes del “pavo”, “el rin”, “el cielito” y “el chocolate”
ISLA DE PASCUA
La danza y en general todas las manifestaciones folklóricas en esta isla han sufrido diversas alteraciones e importantes pérdidas por consecuencia de una considerable penetración de elementos internacionales de diversa índole, especialmente tahitianos. Es así como los bailes típicos son en su mayoría de origen polinésico.
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